Los mecánicos que no amaban a las motocicletas. Epílogo

Resucito la aventura de mi moto, escrita en 2013, porque me he dado cuenta que hay una cosa que no ha sido contada.

Antes de nada, si no sabes de qué estoy hablando, te sugiero que comiences el relato desde su principio en Los mecánicos que no amaban a las motocicletas (PartI).

Aunque, en la sexta y última parte escrita hasta ahora, incluí ya un epílogo, en el que decía que en un nuevo taller me repararon el error en tres días, no es totalmente cierto. Hoy lo se.

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La reina en el pabellón de las motos corrientes. Final

Ante todo, si has llegado a este punto leyendo las anteriores entregas, te agradezco la paciencia. Si no has leido los capítulos anteriores, te sugiero que empieces por aquí.

Tengo que decir que escribí  esta historia tratando de ver el problema desde cierta perspectiva, sacándolo de mi cabeza y poniéndolo negro sobre blanco. Esto me ayudó. Me hizo darme cuenta de que esta no era una historia de buenos y malos, de que aunque en ocasiones lo intentara,  yo no era el intrépido detective que desenmascaraba una trama y que,  en definitiva esta era una historia de personas, de problemas, de cosas mal hechas… de la vida.

Todo lo que has leído hasta ahora fue escrito entre el 26 de enero y el 1 de febrero de 2013. Hoy, dos años después voy a contarte lo que ocurrió esa mañana del sábado, 2 de febrero de 2013.

La mañana del 2 de febrero de 2013 hizo un tiempo horrible. Horrible,  hasta para los parámetros de febrero en San Sebastián. Se había activado una alarma por vientos fuertes de más de 100 km./hora, lluvias fuertes, frio… Era un sábado que invitaba a quedarse en la cama más allá de lo decente.

Pero yo tenía una cita en Lezo.

Me voy a por la moto.

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No estoy autorizado, Google sí.

Pues eso, que me han multado. Que rabia da! Sobre todo cuando ves que te tienden una emboscada.

Os pongo en situación. Carretera trasera de Garbera en Donostia. No se sabe por que motivo, la carretera que comunica con Lau Haizeta tiene un tramo de 50 m con dirección prohibida “excepto autorizados“. Esto de autorizados ¿Qué es? ¿Alguna casta de esa que dicen ahora? Jajaja

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La reina en el pabellón de las motos corrientes. (Part V)

Octubre de 2012. Esperando a la entrada de un polígono. El aspecto de las naves es lamentable. Mientras espero a que Jenny venga a buscarme, no dejo de pensar en esta gente. Nano está nervioso y no quiere verme. ¿quién se cree este tío?. Además, ¿qué quiere decir “nervioso”?,  ¿enfadado?, ¿avergonzado? No entiendo nada.poligono_subir

Llega Jenny. Comienza el festival de excusas. “Ya lo siento. Ha sido un desastre. Nos hemos tenido que ir de un día para otro. Siento no haberte avisado…” “La moto está perfectamente, Nano se dedica a ella, y la acaba enseguida

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Los mecánicos que no amaban a las motocicletas (Part III)

Fue un duro golpe.

Me sentí como los argentinos que vieron cómo los bancos se cerraban en sus narices durante el corralito. Lo tenía que haber visto venir.

En una esquina del escaparate el celo se había despegado, y a través de una rendija, se podía ver parcialmente el interior del local. Nada. Unas latas de aceite vacías,  restos de piezas oxidadas y grasientas arandelas formaban un pequeño montoncito en una esquina. Nada más.

Ni rastro de ninguna moto. Ni rastro de mi moto.

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Escapada a Menorca

Se juntó todo, las ganas que tenía de hacer una escapada en moto, un invitación de una vieja amiga, el eterno deseo de volver a Menorca, la posibilidad de encajar a las niñas… y allá nos hemos ido.
Moto de Donostia a Barcelona, subir la moto al barco, unos días por las playas y calas menorquinas y vuelta. Una gozada. Aquí algunas fotos:

La moto cargada y preparada para salir.

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