Ahora que el curso está por concluir y que el buen tiempo empieza a asomar, tengo ganas de sacar la mochila e irme a andar, y andar, y andar…
Recientemente he visto que promocionan el camino olvidado a Santiago. Creo que me voy a animar a hacerlo.
El camino “frances” empieza a estar impracticable por la cantidad de gente que acude. Empieza a ser agobiante. Además, de alguna manera, el camino empieza a “morir de éxito” en mi opinión. En torno a la gran cantidad de peregrinos que hacen el camino se ha desarrollado una verdadera industria del camino. Es tal la actividad económica que mueve, que ha alterado seriamente la fisonomía de los pueblos por donde pasa. Ya no tiene el interés del pueblo genuino. Ya todo es publicidad para el peregrino y servicios. Pronto los camareros de los restaurantes saldrán a la calle para engancharte a su “menu del peregrino”. Una pena.